22 diciembre, 2020

[NAVIDAD SIGNIFICA...] Dios te anhela



El mundo al cual Jesús llegó no era diferente al nuestro. Los judíos vivían oprimidos por el gobierno romano y ya tenían una larga historia siendo oprimidos también por los egipcios, babilonios, persas, etc. Los romanos les robaban su dinero, prometían paz pero causaban más sufrimiento y seguían haciendo que los judíos permanecieran esclavos. 

Dios veía el sufrimiento y la violencia al que estaba expuesto su pueblo. Veía la corrupción del gobierno romano, veía las muertes, las lágrimas y escuchaba las oraciones desconsoladas. Lloraba en lo alto, junto con Jesús y el Espíritu Santo. 

Por eso a lo largo de los libros del Antiguo Testamento vemos que Dios llama con amor a los judíos a arrepentirse, les provee de maná cuando están en el desierto y les pide que abran sus ojos y vean que Él es camino que les dará todo lo que necesitan. Pero aún con su sufrimiento, los judíos le dan la espalda una y otra vez, prefieren huir de Él y seguirse revolcando en el lodo.

Dios anhelaba a su pueblo, los amaba con eterno amor. Años después, un niño nació en Belén, esa fue otra prueba del amor de Dios. Lo curioso es que los magos del oriente, quienes seguramente no eran judíos, lo reconocieron como Mesías (Salvador enviado por Dios) y lo adoraron, pero cuando Jesús comenzó su ministerio y se presentó a sí mismo como Hijo de Dios, el Salvador del mundo, lo judíos lo rechazaron. Aún escuchando sus palabras de paz y amor, lo juzgaron y lo odiaron. 

Los judíos pensaban que el Salvador del mundo sería un Rey con un ejército imponente, que tendría una espada reluciente y vendría con furia, con gritos de guerra entre las calles. Un justiciero que vendría a destruir a sus enemigos políticos, los romanos, y todos aquellos que los lastimaron. 

Jesús no se parecía en nada a esa descripción. Hizo todo lo contrario: no luchó con nadie, no comenzó una guerra; hablaba de paz, de perdonar a nuestro ofensor, de dar una oportunidad a quien no la merecía, de mostrar misericordia y amor a los que no tenían privilegios, de ser luz para aquellos que están en oscuridad. 

Aunque conocía a la perfección el contexto político y social de su pueblo, Él no vino con el propósito de destruir la ciudad ni a causar protestas, ni siquiera a terminar con las vidas ofensoras. Esa no era la solución. El propósito por el cual Jesús vino al mundo fue para abrir caminos espirituales que nadie conocía, vino a traer la verdad de Dios y Su presencia a un mundo destruido.

El pueblo judío fue orgulloso. Conocían de Dios, por la Ley de Moisés y las historias milagrosas que Dios había hecho en las vidas de sus antepasados, pero no lo conocían personalmente. No conocían a Dios, por eso no aceptaron a Jesús como Salvador. Actualmente muchos de ellos siguen esperando un Mesías.

¿Quién eres tú en esta época? ¿Eres como los magos del oriente, que aunque no pertenecían al pueblo santo creyeron que Jesús era el Mesías sin ningún "pero", o eres como los judíos, pueblo santo, que rechazó a Jesús por no tener fe ni conocer a Dios?

Así como Jesús anhelaba atraer a los judíos, conquistarlos con su amor y sus palabras de esperanza, así quiere conquistarte a ti. Dios te anhela, pensó en ti desde ante de la fundación de este mundo. No creas que él no te ve ni te escucha. Él se está moviendo a través de tus luchas, tus aflicciones, tus sueños y tu vida. Tal vez muchas cosas no puedas manejarlas tú sola/solo, tal vez te sientes frustrado o deprimido. Tal vez la solución no es enojarse o gritar.

La solución es acercarte a Él, porque Él es suficiente para llenar tus vacíos, tu soledad, tu ansiedad. Jesús es el camino, la verdad y la vida. Él quiere mostrarte esto a ti personalmente. 

Acércate a Jesús, derrama tu corazón a sus pies. Él anhela poder abrazarte y calmar la tormenta en tu interior. Una vez más, acéptalo como salvador en tus aflicciones, en tus errores, en tu caídas y en tus momentos de gozo y de plenitud.

Ese es el significado de la navidad: tienes a un Dios que te anhela. 

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