31 octubre, 2017

DÍA 31: AMONTONA.


Las risas, las fotos borrosas, las decepciones, las depresiones no pueden faltar, los arcoiris de texturas extrañas, las lágrimas de cocodrilo, las despedidas, los días de pétalos en el viento y los de hojas caídas, los tonos claroscuros de la tarde, las fogatas, los labios secos, las miradas brillantes, los aguacates maduros en el refrigerador, la melancolía de los días nublados y lluviosos, el aroma de los libros nuevos, la miopía de una escritora, la fidelidad de un amigo, la devoción de una madre, dinámicas con nombre, canciones románticas en un auto, el café de calabaza, las palabras dichas al mismo tiempo, los atardeceres amándose a uno mismo, la brisa en el rostro, un baño de madrugada (de esos relajantes), el té con rayos de sol, los amores intensos, los amores no correspondidos, los amores platónicos, los amores que no fueron, las bufandas y las paletas de nieve, el caldo de pollo de la abuelita cuando estás enfermo, los postres de una niña en navidad, mensajes de texto con pura miel, poemas asonantes, consonantes y pervertidos, fuerzas perdidas, corazones hundidos, hombros abajo, presencias sobrenaturales, fe en la vida, fe en tu fe, los regalos con abrazos, las series a las 2 de la mañana, un concierto de alabanza a Dios, una noche de absoluta felicidad, luces desenfocadas ante tus ojos, dedos entralazándose, besos dados con la mirada, deseos cumplidos, sueños hechos realidad...

Amontona todo eso. Amontona más, agrega mucho más de lo que tú quieras.
Lo necesitarás esta navidad cuando comiences a desempolvar los adornos y el bonito árbol y te acuerdes que ha sido todo lo que has vivido hasta ese día. También recordarás que cada día estás a un paso del resto de tu vida.
No olvides lo que has amontonado, porque todo eso significa tiempo y el tiempo tiene sus recuerdos.

Amontónalo todo, porque los recuerdos solo son etapas. 

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