26 julio, 2016

Un cambio de parecer.

Dibujo por Little Oil en Tumblr.

Había una vez, en una tierra misteriosa y mágica, 
una niña muy pequeña y tranquila.
Esta niña tenía muchos sueños que deseaba cumplir, aunque tenía poca edad.
Deseaba salir y descubrir nuevos mundos, 
deseaba ser una mosquetera, una sirena, una princesa;
ella sabía que no podía ir demasiado lejos,
 pero que aun así, siempre podía soñar.

Ella creció y creció un poco más
hasta que se dio cuenta que había 
muchos niños en su aldea,
y que estos niños caminaban descalzos
entre la maleza, el césped y la tierra, sus ojos estaban perdidos,
y estaban ligeramente encorvados como si estuvieran 
terriblemente tristes.

Esto le pareció muy raro,
puesto que nunca en su vida había visto a tantos niños en la aldea, 
y mucho menos, con aspectos tan singulares.
Pero pensó que sus padres podrían ayudarlos 
y que harían lo que fuera para hacer sonreír a todos esos niños,
así que ignoró todo lo que vio, y tuvo esperanza.
Quizá ya no faltaba mucho para que esos niños juguetearan
y revolotearan como mariposas, tanto como ella lo hacía.

Al pasar de los años, cuando la niña
se convirtió en una adolescente, salió a pasear por el campo
un día de verano y comenzó a fijarse en los mismos niños 
que había visto años atrás.
Se sorprendió mucho, no podía creer que siguieran con esas caras tan largas, 
con los hombros tan abajo, con los ojos tan llorosos. 
Quiso acercarse a un par de ellos, 
mientras los veía hablar entre susurros.
Quiso sonreírles y enviarles un saludo 
pero cuando estaba a punto de hacerlo
vio que los padres de algunos de ellos 
salieron de sus casas, pero lo más inesperado
fue que no salieron gritando que volvieran, sino que salieron
aullando y gruñendo como lobos.

Todos los niños volvieron a sus casas como si hubieran estado idos,
y la pequeña niña no entendía por qué los padres aullaban y gruñían como lobos.
Pero de nuevo pensó que esos niños pronto estarían más felices, de alguna manera.
No solían agradarle mucho los niños, no los odiaba, pero creía que eran desesperantes y que cuidar de niños no era para ella.

Más tarde, años después, cuando ya era toda una jovencita, mientras
limpiaba su habitación, abrió la ventana y un aire fresco de otoño
entró en su habitación con las voces apagadas de los niños 
que estaban fuera:
"Nuestros padres están ahí, pero somos huérfanos.
¿Al menos valemos algo? 
Tenemos padres, pero ellos nos lastiman, 
entonces es como si fuéramos huérfanos".

Desde ese momento, la chica se dio cuenta que debía hacer algo.
Porque no eran los padres quienes ella pensó que podrían
ayudarlos, o los estaban ayudando, sino que ellos mismos los perjudicaban.

Así que hizo lo que nunca antes se imaginó.
Le dijo a sus familiares y amigos y compañeros
que le ayudaran a crear un orfanato para todos aquellos
niños que se sentían como huérfanos. 
Y entonces se fundó un gran orfanato para todos esos niños 
que se sentían tan tristes y abandonados.
Esta jovencita les enseñó que había Alguien
que nunca los haría sentir tristes ni nunca los abandonaría,
que siempre los tomaría en sus brazos con amor y ternura
 y cada día de sus vidas los protegería.
Esta chica les enseñó que había un Dios que 
siempre les recordaría 
cuán extraordinarios, valiosos e importantes eran.

Y así fue como aquella niña que nunca se percató 
de todo lo que en realidad había alrededor abrió los ojos.
Así fue como la chica que pensaba que los niños 
eran desesperantes y que ella no estaba hecha para cuidar de ellos,
los amó más que nada, los llevó siempre en sus pensamientos,
los abrazó con todas sus fuerzas, les enseñó con toda la dedicación,
los hizo verdaderamente sus amigos.
Ellos le devolvieron el amor y la bendición
haciendo de sus palabras, frases, y de sus obras,
ejemplos a seguir.
Al final se dio cuenta que había cambiado de parecer acerca de ellos.

¿Quién lo diría?


Copyright© 2016 por Priscila P. Dávila. Todos los derechos reservados. Con la tecnología de Blogger.

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