30 julio, 2016

"Ámame, si te atreves".

Creación por Little Oil en Tumblr.


Ellos estaban esperando. 
Esperando llenar sus corazones. Esperando ser parte de algo majestuoso. Esperando pedir, compartir, amar. Esperando mirar... pero más que mirar, observar.

—Oye, Kitty —le dijo su amigo —, creo que somos jóvenes.
—¿Qué? ¿De qué hablas? 
—¿No entiendes? —él la miró más de cerca—. Tú eres joven, y yo también —él miró al frente de nuevo, hacia el horizonte, aunque no podía ver nada, porque era de noche, solo la luz estelar se dejaba ver —. Dicen que los jóvenes miramos las estrellas con más intensidad, ¿no es cierto? ¿No deberíamos saberlo?
Kitty sonrió, ella también miraba las estrellas —Quizá necesitamos algo de ellas que los adultos ya no necesitan más, Pete.
—¿Y qué es lo que necesitamos tanto que ellos ya no?
—Somos jóvenes, así que necesitamos desear. 

—Dices que ellos ya no necesitan desear. —Él la miró con una ceja arriba —. ¿Sueños? ¿Los adultos ya no necesitan soñar?
Ella le devolvió la mirada, directo a sus ojos —No, no es eso. Ellos ya no creen en estas cosas. No son jóvenes, y al igual que nosotros que no creemos en cosas de niños. Ellos no se atreven a creer en estas cosas.
—¿Creer en qué?
—¡Oh, Pete! ¿No lo entiendes?
Pete frunció el ceño.
—Ellos ya no creen en el deseo, no se atreven —prosiguió ella —. Y nosotros sí. Nosotros nos atrevemos a creer en que si le pedimos un deseo a una estrella fugaz, quizá se cumpla.
—¡Tonterías!
—¿En serio crees que son tonterías? ¿Y entonces por qué estamos aquí ahora?

El césped se sentía húmedo, el ambiente fresco. Ambos cuerpos se transmitían calor.

—Esperamos algo —respondió Pete.
—Exacto. Nos atrevemos a desear. Y esperamos por una estrella, tan solo para pedir un deseo. —Ella le sonrió —. ¿Aun crees que son tonterías?
—Yo deseé que esto pasara, eso es todo.
Ella se abrazó las piernas y suspiró— Cuando pase una estrella, ¿te atreverás a pedirle un deseo?
—¿Y tú?
—Sí, claro que sí. Yo también deseo que esto suceda. Pero tú no respondiste.
Pete se ruborizó —S-sí —masculló.
—¿Y qué le pedirás?
Él se quedó mirándola unos segundos, hasta que pudo hablar:
—¿Te gusta tanto esto?
Ella comenzó a reír. Su risa llenaba todo el lugar, puesto que no había más almas alrededor.
—¿Eso es lo que le dirás?
—No, antes quería hacerte esa pregunta a ti.
—Yo soy alguien que tiene fe. Yo me atrevo. Así que creo que quizá se cumpla mi deseo. Espero que esta estrella pase para poder hablarle.
Ambos miraron al frente.
—¿Qué le pedirás, entonces? —ella cortó el silencio con su dulce voz.
—¿Estás segura de querer saberlo?
—Pete, eres mi amigo. Te contaré mi deseo si tú me cuentas el tuyo.
—Si te lo digo, probablemente ya nunca más seré tu amigo, porque yo no desearé algo, si no que le pediré un favor.
—¿Por qué dices eso, Pete? No seas tonto. ¿Por qué dejarías de ser mi amigo? ¿Qué es lo que pedirás?
Pete no habló por un par de segundos, seguía mirando al frente. Las estrellas se reflejaban en sus ojos. Ella lo miró de reojo y luego volvió a mirar el firmamento.

Entonces, de pronto, una estrella fugaz con una larga cola estalló entre todas las demás y las pasó de largo. Ellos la observaron. Tan rápida y efímera, pero tan lenta y significativa para los ojos de ambos. 

—Le pedí que te dijera que me amaras, si te atrevías. 






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