
He oído de personas que han sufrido mucho, o de personas que por ser buenas con otras personas, éstas las han dañado, personas que han tenido vidas tan duras y difíciles que han escogido encerrar a su corazón muy dentro de ellos y escoger odiar y tener resentimiento.

La verdad, en el momento en que escuché eso, yo me asusté. Y me horroricé al mismo tiempo. No creo en el "si tú me haces algo malo, yo te lo voy a devolver". No creo en ser alguien que tenga resentimiento (porque simplemente eso es lo que es), no quiero herir los sentimientos de nadie, y no creo, por sobre todo, en la venganza. No creo que tenga que volverme como aquellas personas que hacen daño sabiendo que lo hacen, porque además de que me rebajaría a su nivel, no les podría mostrar la otra cara de la moneda.

Acabo de recordar un versículo de la Biblia que dice: "Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Así harás que le arda la cara de vergüenza". (Rom. 12:20)

¡Y es verdad! :D La bondad siempre, siempre combatirá todo sentimiento negativo... y, bueno, harás que la otra persona, esa que se sentía tan alta frente a ti, se empequeñezca.
Probablemente muchas personas tienen miedo a que las dañen de nuevo y es por eso que quieren regresar por el doble lo que se les ha hecho, pero, creo que hay más realización dentro de nosotros queriendo animar y ayudar a otros, sean como sean, que haciéndoles daño.
No ganamos nada vengándonos. Es a nosotros a quienes nos afecta más; sí, lo hiciste sufrir, llorar, lo que tú quieras, pero observa bien, ¿de qué te sirve eso? ¿Te sentiste mejor de verlo caer al suelo con lágrimas? ¿Sí? Bueno, quizá ya lo cacho: ¿quieres quedarte como un tanque blindado de sentimientos negativos que te harán sentir siempre inconforme, triste, decepcionado, frustrado con la hermosa vida que hay por delante? ¿No es eso lo que quieres?

Escogería ser valiente, aunque mi corazón tuviera miedo y estuviera roto, para ser parte de un reino en donde la mayor preocupación es ayudar y apoyar a la gente necesitada.
Puedo asegurar que esa es la razón por la que Jesús vino al mundo.
Quizá voy a estar herido, quizá tendré moretones, quizá pueda llorar, quizá pueda perder. O quizá no.
Pero aún así, voy a escoger amar.
¿Y tú qué escogerás?

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