24 diciembre, 2015

¡Ven! ¡Quiero presentarte al Príncipe de Paz!




 Cuando pienso en Navidad, me pasan muchas cosas por la cabeza. Se vienen recuerdos, películas, novelas, tradiciones, comida y un personaje que es muy importante para mí (y probablemente para muchas otras personas como yo).
Hablemos de lo primero que se me pasa por la cabeza: Mujercitas.
Este año, antes de salir de vacaciones, una muy buena amiga me regaló algo perfecto que venía muy bien conmigo: la película de Mujercitas. Eso logró hacer mi diciembre más perfecto.
La historia de las hermanas March comienza en Navidad, con la carta que van a leer de su querido papá que está peleando en una Guerra cruel. Hay un contraste increíble en ese momento de la historia: la alegría de la Navidad y la tristeza de saber cómo está su padre. Lo que me gusta de aquella escena es cómo al principio todas lloran pero después hay una esperanza renovada basada en la firme idea de que todo estará bien. 
Menciono a Mujercitas porque es uno de esos libros (y películas) entrañables y conmovedoras que te recuerdan la nieve, los abrigos y la Navidad en cada parte de la historia. Y además, Marmee siempre nos enseña a todos que...
Las penas y tentaciones de tu vida comienzan ahora y quizá sean muchísimas, pero puedes vencerlas a todas si aprendes a sentir la fuerza y ternura de tu Padre Celestial como sientes la de tu padre terrestre. Cuanto más le ames y confíes en Él, tanto más te sentirás envuelta por su protección y tanto menos dependerás del poder y la sabiduría de los hombres. Su amor y cuidado nunca se cansan ni cambian, ni tampoco te los puede quitar nadie, sino que pueden llegar a ser la fuente de una paz, de una felicidad y de una fuerza que durarán toda la vida.
 Las frases de Marmee respecto a Dios son maravillosas. Y se supone que Mujercitas no es un libro de ficción cristiana. Es por eso que esta historia se me viene a la cabeza cuando pienso en Navidad. Y por ese regalo tan especial, estoy segura que cuando piense en Navidad Little Women estará muy presente.
A la Navidad se le puede exprimir jugo dulce de todos lados: hay un sinfín de valores que la Navidad representa, y por qué no, de ahí la historia de amor más increíble y perfecta de todo el mundo.
El primer valor es la generosidad, y qué más da, el amor viene tomándole la mano.
Dicen que es mejor dar que recibir y esta lección se aprende muy bien al llegar diciembre. No importa qué, todos queremos comprar regalos para todos. A mí me pasa que quiero regalarle a todo el mundo sin importar si vayan a regalarme algo también. Y esto se hace colectivo, porque sé que hay muchísimas personas allá afuera que se sienten igual que yo. Es una de las cosas más bonitas de la Navidad.
 
Pero la historia más feliz e increíble y perfecta de amor es cuando desde lo alto, Dios crea un Plan Inimaginable para ti. Un plan de esperanza, paz y felicidad. Un plan que es y será maravilloso.
La historia comienza cuando Dios le dije a su único Hijo Jesús

"Oye, ¿sabes qué? Este mundo está tan mal que lo único que puedo hacer es destruirlo. Los he perdonado una y otra vez, ¡y mira qué ha pasado!".
"Pero, papá", le dice Jesús, "¿No hay otra manera de controlar esto? No puedes destruirlos. ¡Los amamos tanto!".
"¿Qué sugieres?".
"Yo me doy en su lugar, pago el gran precio de todas sus fallas, los perdono y les doy una nueva vida, con luz y felicidad."

Y entonces Jesús llega a la Tierra y es anunciado por profetas y ángeles. El Rey de todos ni siquiera necesitó un trono, una corona de oro o riquezas, fue a dar a un humilde establo. Ahí yace una verdad hermosa: en las cosas más sencillas es donde podemos encontrar a Dios.
Pero, ¿y entonces qué sucede?
Sucede que la esencia de la Navidad es solo una. Solo una y la más importante.

¿Te has pregunta por qué la Navidad es una de las fechas más importantes de todas? Te lo digo aquí: No importan los regalos, no importa qué tan generoso seas, no importan las tradiciones o los villancicos, las galletas de jengibre, el árbol de navidad o las esferas, las coronas. No importa nada de eso, ¿sabes por qué?
Porque eso no es la esencia de la Navidad. No es lo que está en lo profundo, eso solo es una parte. 
La esencia es el nacimiento del personaje más importante de toda la historia: Jesús.
La esencia es que Él te ama y vino a nacer aquí por ti y para ti. Imagina a alguien que tenga en la cabeza desde niño que es un sacrificio vivo para que tú tengas un futuro lleno de gozo. Imagina a una persona que sepa desde que es un adolescente que vino al mundo para morir  por ti, simplemente, qué más da, por que te ama como no te imaginas.
Ese es Jesucristo.

Ese es nuestro Príncipe de Paz, y Él, solo este niñito que nació en un un pesebre y luego venció a la muerte y a la oscuridad y se convirtió en Rey, solo Él es la esencia de la Navidad.

¡Te deseo una excelente Navidad! ¡Alégrate mucho! ¡Ya has conocido al Príncipe de Paz! ¡Feliz, feliz Navidad para ti!


Con mucho amor y deséandote lo mejor,








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