Tu yo más auténtico

Dios siempre está haciendo algo nuevo. Él es un Dios al que le gustan los cambios, los retos, las nuevas perspectivas, la creatividad y la innovación. Tan solo fíjate en las estaciones, las flores crecen, las hojas se caen, el agua se convierte en nieve, la humedad se convierte en frío.

En nosotros sucede lo mismo, nuestro cuerpo tiene cambios fisiológicos que se dan de acuerdo a nuestra edad; cambiamos nuestros pensamientos, convicciones y decisiones dependiendo de nuestra madurez y educación. Nuestros gustos cambian, nuestra piel cambia, los cortes de cabello y un sinfín de cosas más. Así es esta vida: está en una constante innovación.

Dios tiene el control de todos estos cambios, aun cuando a veces ni lo percibamos. 

La Biblia dice que Él cuida de las aves, que no siembran ni cosechan ni recogen en graneros, ni van a la universidad o trabajan todo el tiempo, pero aun así Dios las alimenta y las protege. Lo mismo dice sobre las flores, no necesitan preocuparse por cómo vivirán, crecerán o se alimentarán y Dios ya las viste con hermosos colores y les ofrece lo que necesitan.

El estar en proceso es un camino que a veces puede ser duro. Piensa en la primavera, tiene que esperar un invierno crudo y frío para poder despertar. La mariposa también pasa por un proceso de cambios extraños y se termina convirtiendo en una obra maravillosa de arte que Dios formó. Después de ser una oruga, llega por fin y realmente a ser ella misma, con todas sus formas y colores: una mariposa.

Dios no quiere dejarte como oruga, quiere que llegues a ser tu más auténtico tú, igual que una mariposa. Dios no quiere que tus ruinas, tus heridas y errores se conviertan en tu identidad, que dependas de la aprobación o la validez de otras personas. Dios quiere darte su plenitud y convertirte en tu más autentico tú.

El libro de Jonás hace alusión al Salmo 42, específicamente el versículo ocho. Dios no quería dejar a Jonás amargándose la vida por pensar en lo que otras personas habían hecho, incluso aunque fueran pecados horribles. Dios estaba cuidando a Jonás, así que no quería que otros le robaran su ánimo, su plenitud. Guardar resentimiento y juicio contra sus enemigos iba a tener terribles consecuencias en su corazón. Jonás tenía que aprender a observar la vida mediante el lente de la gracia, del perdón. No solo para darles una oportunidad a los otros, sino para darse una oportunidad a él mismo. Para convertirse con toda seguridad en lo que Dios quería que él fuera.

Por eso, el proceso de Jonás fue uno donde Dios lo sacudió en las profundidades del mar, donde le faltó el oxígeno y fue tragado, literalmente, por lo desconocido. En su oración, Jonás expresa que sintió como si estuviera experimentando la muerte en carne propia, mientras estaba vivo. Inspirado por el Salmo 42, Jonás escribe: “Todas tus encrespadas olas y tus ondas pasaron sobre mí”. 

Al final de su historia, Dios no permitió que Jonás se quedara siendo una oruga. El proceso de Pedro fue similar al de Jonás. Cuando tuvo miedo, se hundió en el mar y le gritó a Jesús: "¡Sálvame!" Entonces Jesús lo convirtió en una nueva persona, nació de nuevo.

Así como las estaciones tienen procesos que terminan después de tres meses, así Dios quería terminar su proceso en estos personajes. Al final de sus vidas, pudieron convertirse en el Jonás más auténtico, en el Pedro más auténtico. En sus mejores “yo”. 

El que comenzó en ti la obra, la perfeccionará hasta el último día. Solo necesitas doblar tus rodillas y decir “acepto, pase lo que pase".