21 agosto, 2020

El amor es relación, el amor es reconciliación.

Las relaciones son muy importantes para Dios, ya que Él es un Dios de relación. 
En Genésis 1:26, hablando de crearnos a Su imagen y semejanza, el discurso de Dios se encuentra en plural. Dice: "Hagamos al hombre a nuestra imagen...". ¿Por qué crees que Dios esté hablando en plural? La respuesta es sencilla y profunda al mismo tiempo. 

Dios es un Dios tripartito, ya me entiendes, la primera persona es Dios, la segunda es Jesucristo y la tercera es el Espíritu Santo. 
En el principio, los tres crearon todo lo que vemos y conocemos. Estaban ahí observando, conectando su creatividad y creando magistralmente. Ahí lo tienes: la naturaleza de Dios es tener una relación, tener una familia, tener un equipo. 

En 2 Corintios 5:19, el apóstol Pablo nos revela que Dios envió a Jesús para morir por nosotros y reconciliar a todas las personas con Dios. 
Cuando Jesús resucitó, el veló se rompió, lo que significaba que toda persona podría, desde ese momento y para siempre, acercarse tanto como quisiera a Él, sin necesidad un intercesor. 
Recuerda que en el pasado, los judíos no podían acercarse al Lugar Santísimo dentro del Templo, que estaba separado por un velo. Ese era el lugar terrenal donde moraba la Presencia de Dios. El pecado separaba a las personas de la presencia de Dios. Solo el Sumo Sacerdote tenía permitido entrar al Lugar Santísimo una vez al año para pedir perdón por los pecados de Israel y ofrecer sacrificios como expiación. 

A medida que entiendo esto, me maravillo  más al observar el INMENSOinamovible amor de Dios. Jesús nos salvó en el momento justo, de verdad necesitábamos ser salvados. 
Tan solo imagina lo extraño que sería seguir viviendo bajo la Ley. Es más, ni siquiera seríamos contemplados para ser la familia de Dios. Solo los judíos podrían... y con varias condiciones, si seguían estrictamente la Ley.

Jesús nos salvó de problemas innecesarios que no teníamos que entender. Decidió hacernos las cosas más fáciles, porque de por sí el pecado llegó a complicar todo. Así que Jesús reconcilió al mundo con Dios y nos unió como un equipo, sin condiciones. 

Ahora, todos pueden hablar frente a frente con Dios y tener una relación, una amistad, si es que así lo desean. 
Ahí se muestra el amor de Dios: su naturaleza es crear lazos de amor, confianza y honestidad con las personas. Su naturaleza se encuentra en la reconciliación y el perdón. Eso es la gracia.


A veces somos ofensores, a veces nos ofenden. Esto suele pasar una y otra vez. Somos humanos y cometemos errores, lastimamos al otro, abrimos la boca para decir lo único que no debíamos, nos burlamos o no somos compasivos cuando la situación lo requiere. 
Es real y tenemos que aceptarlo:
Hay veces en que actuamos como actuaría Jesús con nuestros seres amados y personas alrededor y otras, somos nosotros los que les tiramos piedras a esas mismas personas. 

Es fácil ver que en el ojo de la persona frente a ti una basurita, es fácil condenar y juzgar. ¿Pero y tú? ¿No has visto que tú tienes un tronco en tu ojo mucho más grande que la basurita de la otra persona? (Lucas 6:41-42)

Ninguno de nosotros es perfecto, ni justo, ni santo. Nadie ha salido ileso en este mundo. Tú has lastimado, yo he lastimado. Nos han lastimado también. 

Pero hoy Dios quiere que comprendamos que la reconciliación es el camino para tener relaciones sanas, fuertes, que sean edificantes. 

1. Primero mírate al espejo tú.

¿Recuerdas la historia de Jonás? Es una historia muy divertida. Dios quería ofrecerle misericordia y amistad a los habitantes de Nínive, pero Jonás los despreciaba. 
Jonás pensaba: ¡Señor! ¿Cómo los vas a perdonar? ¿Cómo me pides a mí que les diga que hay reconciliación? ¡NO! ¡Mira todos los pecados que han cometido! ¡Mira todo lo que le han hecho a mi familia y a mí, incluso a tu pueblo!

Jonás le estaba gritando a Dios que estaba en contra, mientras tres doritos después él desobedeció, tomó un barco que no iba a Nínive y siguió guardando rencor en su corazón.  ¿Entiendes la enseñanza? Jonás estaba viendo la basurita en el ojo de los ninivitas, pero no pudo ver la suya dentro de su ojo. Dios le mostró esta lección cuando un gran pez se lo tragó. 

Fíjate en tus actitudes, palabras y acciones cuando pienses que esa persona es la culpable de todos los males del universo. Es probable que no sea así. Sé humilde y mírate al espejo tal como eres.

2. Regálale un respiro. 

Después de pensar en los errores que tú cometiste, dale a esa persona un tiempo de tranquilidad para asentar sus pensamientos. Esto también te ayudará a ti a reflexionar lo que podrías cambiar.

Proverbios 13:16 nos exhorta a pensar antes de actuar. El ser prudente te puede ahorrar una fractura más grande en tu relación. Es mejor darle espacio a la persona y a ti mismo. Será un tiempo de sanidad. 


3.- Esa persona no es la única que necesita escuchar tus palabras. 

Por el contrario, sean buenos y compasivos los unos con los otros, y perdónense, así como Dios los perdonó a ustedes por medio de Cristo.
Efesios 4:32

Al darle espacio y tiempo a esa persona, la estás respetando y estás siendo prudente, pero no significa que estés inactivo. Pide perdón a Dios por lo que dijiste o hiciste. Es fácil seguir teniendo orgullo y egoísmo en nuestro corazón cuando actuamos con nuestras propias fuerzas, sin la guianza de Dios. Pero cuando nos humillamos ante Dios y le pedimos perdón a Él primero, el orgullo se esfuma. En su presencia no cabe el pecado, sino el amor. 
Cuando le pides perdón a Dios y sabiduría para actuar, Él te lleva a actuar a Su manera, con completo amor. 

4.- No te olvides de orar por esa persona.

Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
2 Corintios 5:18-19.

Es la mejor manera de amar a alguien. Que tu preocupación por la reconciliación sea genuina. Ora para que esa persona sea fortalecida. Ora para que Dios también la/lo guíe. Ora para bendecirla. Ora por la reconciliación.

5.- El enojo causa fracturas muy profundas.

Si se enojan, no permitan que eso los haga pecar. El enojo no debe durarles todo el día, ni deben darle al diablo oportunidad de tentarlos.
Efesios 4:26-27 (TLA)

Te aconsejo que no discutas o te enfades al momento de volver a hablar con esa persona. Quebrarías el respeto que le concediste cuando le diste tiempo para volver a tranquilizarse. ¿Y de qué serviría? 
Discúlpate sinceramente y si ella/él quiere discutir de nuevo, mantente al margen. Que no se ponga el sol sobre tu enojo, porque podrían crearse problemas innecesarios.
Si tienes que guardar silencio y morderte la lengua mientras la persona abre la puerta del infierno, hazlo. Humildad ante todo. 
Cuando sea tu turno de hablar, no te olvides de cerrar la puerta del infierno. Las palabras tienen un poder magnífico para crear puentes de sanidad, solo si sabes usarlas correctamente. 

6.- Recuerda que todos estamos en el mismo nivel.

 Todos hemos pecado, y por eso estamos lejos de Dios. Pero él nos ama mucho, y nos declara inocentes sin pedirnos nada a cambio. Por medio de Jesús, nos ha librado del castigo que merecían nuestros pecados. Dios envió a Jesucristo para morir por nosotros. Si confiamos en que Jesús murió por nosotros, Dios nos perdonará. 
Romanos 3:23-26.

Ni esa persona es mejor que tú, ni tú eres mejor o más valioso que ella/él. Somos Hijos e Hijas de Dios, creados a Su imagen y semejanza. Quienes hemos creído en Él como Salvador, hemos sido escogidos y apartados. 
Ante la Cruz, todos estamos al mismo nivel. Todos somos suyos y suyas. Él no tiene favoritos, así que responderá tanto por ti, como por la otra persona. 
No somos enemigos ni nos perseguimos para dañarnos uno al otro. Somos un equipo y Dios nos unió como familia. 

¿Y qué pasa si la otra persona no decide perdonarme?

Ese ya no es tu problema. Si Dios te guió a actuar con sabiduría y amor, hiciste todo lo necesario para estar en paz con esa persona y reconciliarte, hiciste lo correcto y Dios está contigo. Si esta persona no aceptó tus disculpas ni quiso comenzar de nuevo, respeta su decisión. No puedes obligar a nadie a perdonar ni a cambiar de opinión. El único que realmente puede perdonarte es Dios. 

  • Intenta ganar su confianza de alguna manera. Tal vez un mensaje, un meme, un detalle o una palabra amistosa. Dale su tiempo y su espacio también.
  • Si quieres volver a establecer relación con esta persona, platica con Dios sobre ello. Derrama tu corazón a sus pies. Él creará un camino para que la reconciliación genuina suceda, pero debes tener fe. ¡Pide a Dios que pueda enternecer su corazón, bendice a esa persona en tus oraciones!

Que el Señor los lleve a amar como Dios ama, y a perseverar como Cristo perseveró.
2 Tesalonicenses 3:5 (NVI)

El perdonar no significa que volverás a ofrecer tu confianza o que la otra persona querrá confiar en ti.

Perdonar es una decisión, no edifica a nadie más que a ti mismo. No bendice a nadie más que a ti mismo. Nadie puede obligarte ni obligar a lo demás.
Perdonar significa estar en paz con el otro y olvidar sus ofensas, pero también significa estar en paz contigo mismo y soltar el rencor y el orgullo.
Perdonar es quitarnos de encima una carga que, si se mantiene ahí por mucho tiempo, puede llegar a pudrir nuestro corazón. 

¡Mucho cuidado! Lo que perdonar NO significa es que la otra persona te va a ofrecer su confianza 24 horas después y mágicamente todo volverá a la normalidad. Significa que olvidó tus ofensas y errores, significa que pueden volver a estar en paz, pero a veces no significa ofrecer confianza ni que volverán a relacionarse como antes


¿Recuerdas la historia en 1 Samuel 24, cuando David perdona la vida de Saúl?

Saúl le había hecho la vida imposible a David, le tenía envidia y rencor. Lo perseguía de día y de noche para matarlo. Fue cruel y lo atormentó. 
Aún así, cuando David lo encontró en la cueva y tuvo la oportunidad perfecta para matarlo, su corazón se estremeció y dijo: "Él es el ungido de Dios, yo no puedo hacer esto". Lo perdonó y después se presentó ante Saúl diciéndole lo que había pasado. No tenía rencor ni estaba enfadado. Prefirió decir con sabiduría: "Que Dios sea quien juzgue entre nosotros dos".
¿Puedes notar cómo David fue guiado por Dios para mostrar misericordia y reconciliarse con Saúl? ¿Puedes notar cómo también dejó que Dios fuera el que tomara el conflicto en Sus manos?
Ninguno de los dos dijo: "¡Tú serás mi padre y yo tu hijo!" o "¡Seamos amigos de nuevo!". Simplemente quedaron en paz, acordaron no dañarse el uno al otro y se retiraron. 
Significa que no iban a tenerse la misma confianza de antes, pero tampoco iban a ser enemigos ni a lastimarse. 
A veces, al perdonar, creamos una nueva relación con esa persona. No de la misma manera que antes, pero sí siendo hermanos en Cristo, con misericordia y cordialidad. 
Pese a que las personas puedan perdonar, no están obligadas a volver a confiar.



¡Gracias por leer esta publicación! Leerla es el primer paso para la reconciliación. Este es el camino correcto. Si te gustó, ¡déjame un comentario! ¡Compártelo!

Nos vemos por aquí pronto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario