02 octubre, 2015

Las Canciones que Nadie Entiende...

He vuelto (pero así como vuelvo puedo irme). La ausencia siempre está presente -aunque suene gracioso- cuando no tengo ni tiempo para dedicarme a este blog. Ustedes saben, a parte de estar ausente, no tengo inspiración para hacer reseñas. Lamento decir que ni en mis minutos libres se me ha pasado por la cabeza escribir aquí. No es que no me guste, es que, como dije antes, no me inspira escribir simples reseñas. Quizá muy pronto traiga algunos de mis escritos o quizá una novela que los sorprenda, claro, todo asegurado antes de que alguien pueda robarme el escrito. Quizá también es el otoño, que me empieza a poner floja, con ganas de hibernar y dormir todo el día.
Tengo que avisar que aún me quedan 3 meses más de semestre (y quién sabe qué vaya a ser de mi vida) pero siempre me puedo ausentar (lo lamento con toda mi alma). 
Muy bien, ya que estoy aquí, quiero agradecerles a quienes seas lectores fieles (a los nuevos les mando un gran abrazo) y felicitarme a mí misma por tener ánimo para hacer esto. 
Sé que tener un blog es dedicarle tiempo y esfuerzo, lágrimas, sonrisas, talento y creatividad... espero hacer lo mejor.
Por ahora, seguiremos haciendo lo que dejamos pendiente.
 ¡Disfruten, y a la carga!

LA CANCIÓN DEL ÁNGEL.


 Cuando Ana Fletcher para ver a su hermana menor, Sara, recibir su grado de maestría, ella se encuentra en la parte trasera de una ambulancia, observando imponente como Sara lucha por vivir. Durante el viaje, Sara parece hablar con alguien que no está allí, canturreando una melodía que Ana nunca antes había escuchado.
Esa melodía poco familiar y maravillosa sigue encontrando a Ana, primero en la capilla del hospital, luego en sus sueños y finalmente en la casa vacía de Sara.
Dos vecinos tienen un efecto profundo en Ana. Ethan McKinney le presta su apoyo cuando Sara muere inesperadamente y se ofrece para ayudar a reparar la casa de la familia Fletcher para venderla. Ethan la distrae, pero lo que angustia a Ana es el hijo de doce años de su vecina Tammy. Keith tiene síndrome de down y la mañan de creer que él puede ver y escuchar ángeles. De hecho él insiste en que ellos velan por ella de maneras en las que ella nunca se había imaginado. 
Dios comienza a revelarse a Ana, tanto en sus nuevos amigos como mediante acontecimientos sobrenaturales. Mientras ella descubre la presencia real de ángeles a su alrededor, ¿abrirá finalmente su corazón para recibir el amor sanador de Dios?

 Esta es una historia a lo que todos llaman algo así como "encontrarse a sí mismo".
Ana es un persona peculiar, herida desde su niñez porque su madre la abandonó, atascada en un trance de sentimientos negativos encontrados por lo que no pudo ser. Aunque es una persona brillante y creativa como diseñadora de interiores, su mundo interior parece opaco y cerrado. Ella está corriendo en círculos. Ahora, cuando ha querido viajar hasta Charleston para ver a su hermana  recibir su maestría y festejar, justo cuando van en el auto, un camión las arroya. Sara muere y en el corazón de Ana se rasga otra herida profunda. 
Pero entonces hay una canción tranquila que le da paz cuando está en el hospital, esa canción que no reconoce, se queda suspendida en su mente y mientras conoce a Ethan, un chico muy noble que quiere ayudarla a encontrar su camino y a Keith, un niño de doce años que tiene el don de poder ver y escuchar ángeles, esa melodía podrá descubrirse y saber qué es lo que está alrededor del pequeño mundo opaco de Ana.

En lo personal, esta novela me gustó mucho y superó mis expectativas, aunque no todas. La leí hace dos o tres meses, cuando entré a tercer semestre de preparatoria. Estaba pasando por un momento medio histérico y melancólico juvenil que siempre suelo pasar cada que empiezo un semestre, así que puedo decir con honestidad, que Dios puso este libro para hablarme. 
Nunca había leído un libro de Sheila Walsh, pero esta autora tiene experiencia y cualquiera podría identificarse con sus letras y su redacción, con la historia misma; más bien, uno puede mostrarse empático con ésta. 
La historia es una alegoría misma. Si le ponen suma atención y lo leen disfrutando, se darán cuenta de muchas cosas escondidas. 
La historia cuenta cómo Ana diseña habitaciones y casas, y siempre escoge esos colores mates tales como el negro y el blanco, o el crema, el negro y el gris. La historia cuenta cómo de esa forma Ana está visualizando su vida y sus sentimientos. Ella es cerrada, casi fría, cree que puede hacerlo todo por sí misma. Se da cuenta de que siempre está fingiendo ser lo que no es... y esa parte de la novela me mató. Gracias a Dios alguien se atrevió a hablar de esto, es magnífico.
Otra cosa que he AMADO sobre esta novela es a Ethan. Soy mujer así que un hombre como Ethan se me hace muy dulce y quizá también travieso. He amado a este personaje tan genuino y noble. A parte de que tengo una ligera obsesión con el surf y sus derivados x). (Sí, él es surfer).
Ethan es cristiano, así que comienza a mostrarle a Ana que las cosas se pueden ver de distintas maneras en diferentes lentes
Y bueno, también está el tierno y amoroso Keith, pequeño niño que le enseña a Ana que hay un mundo real y seres maravillosos que nuestras pupilas no pueden ver pero que hacen actos que nos hacen sonreír.

La verdad es que con esta novela me la he pasado de maravilla y la recomiendo, quizá se parece mucho a la vida que llevamos todos, en algún tiempo o en su totalidad. Quizá esta historia grita que la vida no es fácil, pero que siempre hay una esperanza. Quizá demuestra la necesidad y el vacío tamaño Dios que está dentro de nuestras almas. 
Y nos presenta al Único que puede cambiar colores mate como el blanco y el negro por un arcoiris de colores brillantes y hermosos que nosotros ni siquiera imaginamos.